domingo, 18 de febrero de 2007

a la señora Alicia Silva...de 51 años.

Alicia Silva define los años nuevos con su familia así:
"preparar la comida y atenderlos lo mejor posible, me dan el abrazo y se van".
Pero este 31 de diciembre tienen varias razones por las que alargar los brindis. Allan, el menor de sus hijos, está por casarse; Bolena, la segunda, a un año de recibirse, y Edison, el mayor, pensando en hacer estudios de postgrado. El 2007, además, la señora Alicia, que trabaja como monitora de niños en la población San Gregorio, debería retomar sus propios estudios, para terminar primero y segundo medio. Cuando mira atrás, Alicia se siente orgullosa de lo logrado. Pero el futuro le da un poco de vértigo. ¿Y qué es el futuro? La casa a solas con su marido, como nunca han estado.
Alicia Silva vivió diez años encerrada con llave en su casa de la población San Gregorio. Tenía miedo de salir, venía del campo y Santiago le parecía tan grande que sola en la calle sentía náuseas. Para las urgencias, ideó un truco: pedirle a los niños de su cuadra que le hicieran las compras a cambio de unas monedas. Su marido, 11 años mayor que ella, se hacía cargo del resto: la ropa de sus tres hijos y la de ella, la comida, los colegios, las cuentas. Eso, hasta que un día Alicia se preguntó "pucha, ¿qué estoy haciendo?".Lo que vino fue duro. Ella y su marido habían sido criados en Chimbarongo con reglas como que el hombre almuerza en el comedor y la mujer en la cocina; o que los hijos se tienen no más, igual que el sexo. Su marido había elegido el nombre de todos sus hijos, los padrinos de bautizo, y hasta el vestido de novia que usó Alicia el día que se casaron. Pero las cosas cambiaron. Alicia comenzó a trabajar fuera de su casa y dejó de pedir permiso para salir o hacer cambios en el presupuesto de la familia. Las cosas, incluso, mejoraron. De hecho, hace una semana, Alicia se graduó de octavo básico, y puede que el próximo año comience nuevamente a estudiar, para terminar la enseñanza media. Pero Alicia sigue con miedo. Ya no a la calle, sino a la casa y los diez años que vienen, cuando sus hijos se vayan para formar sus propias familias; cuando ella y su marido tengan que jubilar y quedarse solos. "¿De qué vamos a hablar?", es una de las cosas que esta mujer se pregunta. Su hija se llama Bolena. ¿por qué?-Por Ana Bolena, la esposa de Enrique VIII. Se lo puso mi marido. No sé, él era el que decidía qué nombre se le ponía a los niños. Es que en un principio yo no tenía mucha decisión en mi casa, en mi vida, en nada. Yo tenía 17 años cuando nos casamos y ahí pasé de la tutela de mis papás a la tutela de él. Veníamos de Chimbarongo y cuando recién llegué a Santiago pasé 10 años bajo llave. Yo no salía ni siquiera a comprar. Él me compraba la ropa, me compraba todo. Porque yo tenía tanto miedo de salir que no me atrevía. ¿10 años con llave?-Sí, es que San Gregorio siempre fue muy peligrosa, y yo tenía miedo, aparte que era sumamente tímida. No me atrevía a nada. Hablaba con las personas sin mirarlas a los ojos. Me daba miedo salir a la calle. Porque siempre hablaban que Santiago era tan malo... Había unos niñitos al frente de mi casa, que siempre estaban en la calle, y yo cuando necesitaba algo urgente, los llamaba y los mandaba a comprar. Los hijos tampoco se planificaron, entonces empezaron a llegar, hasta que de repente un día, como a los 10 años de matrimonio, me di cuenta 'pucha qué estoy haciendo'. No era capaz siquiera de hacer nada por mis hijos, solo lo justo y necesario. De repente no era capaz ni de ir al colegio a dar la cara por ellos. Ahí empecé a cambiar. Porque, además, en la casa era como un mueble más. Mi autoestima estaba tan baja. El marido decidía todo. ¿Qué años son esos?-Llegué a Santiago el 73. Aparte que fue todo el golpe militar. Entonces como yo era chica, él y mi hermana mayor, que se vino a vivir también a Santiago, hacían todo por mí. Vivíamos aquí mismo en La Granja, en San Gregorio. Pero de repente eso ya no me sirvió y empecé a salir y a trabajar. Estaban mis hijos chicos, y empecé a trabajar puertas adentro. Fue un verano, porque mis hijos se iban a la casa de mis papás. ¿Cómo fue ese proceso?-Como matrimonio fue traumático. Pasamos incluso por terapia porque hubo un quiebre grande. Él viene de una familia muy machista. Hasta hoy, por ejemplo, mi suegra cree que el hombre almuerza en el comedor y la mujer en la cocina. Para ella los hombres son los reyes y las mujeres les tienen que servir. Ella tiene un comedor de diario en la cocina y solo los hombres se sientan en el comedor principal. O sea, si usted va a la casa de su suegra tiene que almorzar en la cocina.-Sí. Y hasta hoy ella le sirve a su hijo cuando va para allá y yo tengo que servirle a mis hijos. Para él lo más importante en la vida ha sido su mamá… y yo lo he asumido y lo he respetado así. ¿Ustedes hablan poco con su marido?-Lo justo y necesario. Él es como muy callado... siempre se lo reclamé, pero uno termina acostumbrándose. Cuesta mantener una conversación porque él es hiperkinético, entonces va y viene y de repente tengo que perseguirlo para conversarle. Nosotros, por ejemplo, no vamos de vacaciones juntos. Él va a la casa de su mamá y yo me voy por mi cuenta. Pero a mí a veces eso me da susto. La mamá de mi marido está muy viejita ahora y no sé qué va hacer él después. Yo igual he hecho mi vida, tengo amistades, tengo muchas otras cosas con las que llenar mi tiempo. No sé cómo sería empezar a ir de vacaciones con él. Es poco lo que nos vemos y el trabajo tampoco ayuda a que estemos tanto tiempo juntos, entonces a veces digo yo ¿iremos a encontrar un tema de conversación después? Y si después él me quiere coartar mis amistades... eso me da susto… Pero yo lo respeto mucho, porque él era muy machista, fue criado así, y me aceptó que yo cambiara. Aprendió a respetarme, a darme mi lugar. ¿En qué cosas cambió su marido? ¿Qué cosas tuvo que aceptar?-Que yo saliera sin pedirle permiso, que si quiero comprar algo, no tengo que pedirle permiso o su opinión. Y, sobre todo, en la parte relaciones íntimas, que ya nunca más iba a ser cuando él quisiera, sino cuando ambos quisiéramos. La parte sexual fue una de las cosas donde más tuvimos problemas. Porque supuestamente cuando uno se casa, sobre todo en el campo, tiene que estar a disposición del marido. Fueron varios años de lucha y después, de a poco, lo empecé a respetar nuevamente, por el cambio que tuvo. Porque logré hacerlo cambiar. De hecho, a mi hija yo le di mucha libertad y nunca quise que hiciera de empleada de mis hijos. Yo siempre les dejé muy en claro a mis hijos: todos tenían que aprender a hacer todas las cosas, porque mi hija no iba a ser empleada ni del papá ni de ellos. ¿Qué siente usted por su marido?-Harto respeto, cariño. Es que no me gustó cuando me casé. Tenía mucho miedo. No tengo muy lindos recuerdos de mi matrimonio. Tenía terror de la noche de bodas. Aparte que los papás nunca le decían nada... No sé, yo empecé a asumir que así era la vida, que no había otra forma de vida. Pero cuando me di cuenta de que había otra forma de vivir, fui cambiando. Es que todo era él. Él le puso el nombre a los hijos, él me compró hasta el traje de novia. Él era mi dueño. Y yo conseguía las cosas llorando, porque era tan de su propiedad que si él quería me daba permiso y si no, no; o si quería me daba plata. Ahora no, ahora somos compañeros. ¿Por qué ha durado tanto casada?-Se pudo haber roto quizás cuando yo empecé a descubrirme a mí misma, a saber que valía como persona. Yo estaba muy dolida, me sentí muy pasada a llevar, tantos años de no tener derecho a voz ni voto en la casa. La condición para seguir fue que me respetara, porque yo era un mueble, un objeto más en la casa. El hecho de empezar a trabajar y empezar a ganar mi dinero, me dio más libertad. ¿Cómo conoció a su marido?-En una fonda creo, que es el único lugar donde uno sale cuando joven. Mi abuelita nos sacaba. A ella le gustó él y por eso yo creo que seguimos pololeando. Nos conocimos un día y al otro mes me fue a pedir porque quería casarse. Me casé a los 17 años. Mi marido es 11 años mayor que yo. Llevamos 34 años de matrimonio. ¿Cómo es que deciden casarse tan luego?-Él fue a pedirme y a mis papás, como les caía bien, dijeron que sí altiro. Así son las cosas en el campo. Mis papás ni siquiera supieron a dónde me venía a vivir. Yo a los nueve meses justo tuve a mi primer hijo. Y luego a los dos años, nació mi otra hija. Yo toda la vida me he preguntado si era eso realmente lo que yo quería o no, porque nunca me dieron el tiempo para que yo decidiera. Pero no me arrepiento. Él se porta muy bien, es muy responsable, y bueno, uno se acostumbra. De repente hay un acostumbramiento a vivir. Él fue mi padre muchos años. ¿Recuerda su primer trabajo?-Era una casa particular, trabajé puertas adentro. Una casa en Los Leones con Providencia, una familia muy grande. Yo no sabía que la gente que tenía tanto dinero tenía tantos hijos, porque ellos tenían 14 hijos. Y todos vivos. Eran la familia Rossel. Era una casa grandísima, trabajé durante el verano, porque después mis hijos tenían que entrar al colegio. ¿Se acuerda de su sueldo?-No sé, como 6 mil pesos en esa época. Luego empecé a trabajar por días, cuidándoles los niños a las hijas de la señora. Después mi cuñado, que trabajaba en un colegio, me ayudó a entrar al colegio Siglo XXI de La Florida. Ahí trabajé de auxiliar, hacía el aseo, iba al banco, a todos lados. Además siempre participaba en la iglesia, porque éramos catequistas con mi marido. Y en eso, como trabajábamos con las monjas, cuando abrieron un jardín infantil en la parroquia ellas me recomendaron. Igual era harto sacrificio, dejaba a mis hijos solos mucho tiempo, ellos se tenían que cuidar solitos. El mayor tenía 12, mi hija 10 y el menor 6 años. Y yo me asustaba, porque estos barrios son peligrosos. Siempre tuve mucho miedo de que alguno se me desviara. Yo creo que ahí terminé de madurar. Porque en la mañana trabajábamos en el jardín y en las tardes nos capacitaban. Durante dos años estudiamos, porque la idea era que después de ese tiempo nosotras nos quedáramos a cargo del jardín infantil. En eso estuve 15 años, en la parroquia San Gregorio.
LOS HIJOS
Su hijo mayor es profesional. ¿Cómo lograron eso? Los 3 salieron muy responsables. Aparte que tenían muchos sueños, no sé de dónde. Porque en mi familia, mi hijo mayor fue el primero en ser profesional. Fue el primero entre todos los sobrinos. El primero en mi familia y en la de mi suegra también. Él es sicólogo, estudió en la Universidad de Chile. Él, en un principio, quiso estudiar Derecho, era su sueño. Nosotros siempre lo incentivamos, no sabíamos de dónde íbamos a sacar la plata, pero siempre lo incentivamos a que estudiara. Le fue muy bien en el colegio, la media la estudió en el Liceo de Aplicación. Estudió harto tiempo y quedó en la Chile. Estudió un año Derecho, le salió una beca, podía tener la carrera pagada, pero se estresó tanto, no era lo que él quería. Se enfermó, uf, estuvo súper mal, le dio hasta una parálisis facial, porque salirse de la universidad era como derribar todos los sueños de la familia. Pero no era que no quisiera seguir estudiando, sino que la carrera no le gustaba. Nosotros gastamos lo que no teníamos, porque estábamos tan chochos con él, y no queríamos que se sintiera menospreciado. ¿En qué cosas gastaban?-A las pruebas tenía que ir de traje, y a nosotros nos costaba mucho darle eso. Muchos libros que compramos, que eran carísimos, y que después supimos que se podían fotocopiar. Nos privamos de muchas cosas en la casa, pero para mí siempre fue lo más importante que él estudiara. Además, yo empecé a trabajar cuando él estaba en el colegio, entonces mi trabajo siempre fue para sus estudios. Su marido ¿en qué trabajaba?-Mi marido casi siempre ha ganado el mínimo. Yo creo que la mejor época fue cuando trabajó en las textiles. Pero sí hicimos muchos ahorros en la casa, porque para nosotros lo más importante eran los estudios de ellos. Para mi hijo el primer año fue duro. Todos la sufrimos mucho cuando dijo que no podía seguir estudiando esa carrera. Bueno, igual un amigo nos ayudó a convencernos de que le diéramos otra oportunidad. Y entendimos que sí. Y seguimos apoyándolo. Tuvo que hacer otro pre universitario, se preparó súper bien y quedó en sicología. Y eso ya le gustó. Así es que... fue el día más feliz de mi vida cuando se graduó de sicólogo (se emociona). Fue hace como 4 años. Y este año piensa hacer un postgrado, para optar a otros trabajos. Tiene 33 años, y está soltero. Mis tres hijos están solteros. Y los tres viven conmigo. ¿Su hija Bolena qué hace?-Está por recibirse. Este año termina Trabajo Social. Ella sola se está pagando los estudios. Trabaja todo el día y en la noche estudia.
NAVIDAD
¿Cuál fue su mejor Navidad?-Es que cuando chica no celebrábamos mucho. Para mis papás eran tan difícil, éramos tantos, 13 hermanos, que siempre lo más importante era darnos de comer y podernos vestir. Nunca tuvimos juguetes cuando chicos. De hecho de repente cuando los patrones nos daban algún juguete a fin de año, mi mamá los botaba porque peleábamos. Me acuerdo que una vez nos regalaron un payasito y mi hermana me rompió la cabeza por quitármelo, y mi mamá vino y lo quemó y se acabó la pelea. No estábamos acostumbrados a compartir juguetes. ¿Y sus hijos?-En un principio le compraba una ropita linda, para Navidad, y a veces les hacía regalitos. Pero no soy muy de regalos navideños.¿Cómo es el año nuevo en la San Gregorio?-Tengo que cocinar todo el rato, y después del abrazo mis hijos se van donde sus amigos y mi marido también, y me dejan sola. Yo me quedo sola siempre, no salgo a dar abrazos a ningún lado. Es así pues. Y no llegan hasta el otro día. Yo lavo la loza, y me voy a acostar. Esos son mis años nuevos acá. Preparar la comida y atenderlos lo mejor posible, me dan el abrazo y se van. Ahora usted está estudiando-Sí, el año pasado empecé. Tuve que hacer tres cursos: sexto, séptimo y octavo. Un año antes me había inscrito, pero después me dio vergüenza, 'estoy muy vieja para ir a la escuela', pensé. Pero una amiga me convenció. Ese año quedé matriculada, pero me dio cosa. Y me arrepiento mucho de no haberlo hecho antes. ¿Cómo fue?-Una muy linda experiencia.¿Y los compañeros?-Toda gente mayor, incluso señoras de 70 años, mucho mayores que yo. Fue muy rico. Mañana tengo mi graduación de octavo, y el próximo año si Dios quiere voy a hacer primero y segundo medio. ¿Quiere terminar cuarto medio?-Sí, de todas maneras.¿Qué significa eso para usted?-Es satisfacción personal solamente. Porque no sé si voy a seguir trabajando mucho tiempo más. Mis hijos están grandes y no tengo la necesidad de tener que trabajar, pero solamente quiero sacar... porque igual ha sido como bien, me ha acomplejado mucho tiempo no tener la enseñanza básica terminada. El año pasado yo estaba trabajando en otro jardín infantil, hasta que una institución nueva se hizo cargo y me despidieron por no tener título. Ya no servía, para el trabajo que había hecho toda la vida, 15 años. Pero así no más es. Si uno tiene que tener sus estudios. Así es que ahí empecé a estudiar. Dije yo 'ya nada más, ahora me toca a mí'. ¿Está contenta con su vida?-Sí, me siento muy orgullosa, muy orgullosa. Creo que el hecho de que mis hijos hayan salido adelante, así como son, sanos, y que el mayor sea profesional, y también mi hija pronto, y mi hijo chico tiene su carrera técnica, así es que me siento súper orgullosa.

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